La guerra contra las drogas ha sido un fracaso rotundo. El año pasado murieron en México 6,290 personas en las batallas del Gobierno contra los cárteles de drogas. En los EEUU, como consecuencia de las estrictas leyes antidrogas se están llenando las prisiones de millones de personas. Sin embargo, la producción mundial de drogas ilegales es más alta que nunca. ¿Cómo se pueden eliminar la plaga de las adicciones y el comercio internacional ilícito de drogas?
No por medio de la acción militar ni policiaca, como las políticas actuales. El abuso de drogas, como el alcoholismo, es un problema social y de salud pública. El empujar las drogas hacia la clandestinidad, como la prohibición de alcohol durante la década de 1920, sólo hace que suban los precios y atrae el crimen y las redadas policíacas a las comunidades pobres. La prohibición también fomenta el crimen organizado debido a las enormes ganancias obtenidas en el mercado negro.
La legalización de las drogas y los servicios de apoyo a las comunidades son el remedio verdadero, incluyendo el financiamiento integral para tratamiento. En 2002, sólo la quinta parte de los fondos contra las drogas se usaron para la rehabilitación. Igualmente importante es la eliminación de la pobreza y la falta de oportunidad que hacen que las drogas sean atractivas.
El intercambio internacional de la miseria.
El mercado ilegal causado por la prohibición de las drogas también crea serios daños sociales a nivel mundial. La actual guerra contra las drogas en México es sólo el ejemplo más reciente.
Los EEUU fomentaron el caos el año pasado, cuando el Congreso aprobó la Iniciativa Mérida, la cual destinó $1,300 millones a México y América Central para armas y capacitación policiaca para la lucha contra los cárteles de drogas. Mérida ha financiado el derramamiento de sangre, y el despliegue de 45,000 tropas federales en México. Los residentes de las regiones fronterizas han acusado a tropas de tortura, violaciones y confesiones forzadas.
Los EEUU han fomentado el crimen organizado en México y América Central con una ley que exige la deportación de los inmigrantes no ciudadanos, incluyendo a los residentes legales, que han sido sentenciados por cierto tipo de crímenes. Las autoridades utilizan estas políticas para hostigar a mucha gente que no lo merece; pero también las usan para exportar la violenta cultura de las pandillas creada en EEUU a países que no están preparados para lidiar con dichas crisis.
Al mismo tiempo que el Gobierno de EEUU se pronuncia públicamente contra las drogas, también comercia secretamente con narcóticos. Los EEUU cuentan con una larga historia de manipulación de drogas para encubrir tretas de poder político en el exterior, y de control social en el interior del país.
Muchos libros cuidadosamente estudiados documentan el hecho de que EEUU fomenta las drogas. A continuación presentamos algunos puntos:
Una y otra vez, EEUU ha utilizado las guerras contra las drogas para asediar a grupos radicales. En la década de 1990, el presidente Clinton lanzó el “Plan Colombia”. Esta supuesta campaña contra la cocaína financió a los escuadrones de la muerte que mataban a los guerrilleros y campesinos pobres. Se calcula que 3,000 personas eran asesinadas cada año, mientras que el tráfico de cocaína se llevaba a cabo sin obstáculos.
En Colombia y Afganistán, EEUU ha rociado toneladas de herbicidas, veneno que destruye no sólo las plantas de las drogas, sino también los cultivos de alimentos, el bosque lluvioso del Amazonas y el campo afgano. También causa serios daños a la salud.
Sin embargo, el flujo de drogas ilegales continúa a causa de las enormes ganancias que se obtienen de su venta — así como armas para proteger el comercio. La legalización de las drogas eliminaría este enorme comercio del crimen organizado. En los países subdesarrollados, muchos campesinos pobres dependen de los cultivos ilegales de drogas para su supervivencia. Sólo si se les ofrecen alternativas cambiará la situación.
Por otra parte, aunque el Gobierno de EEUU proclama la guerra contra las drogas, la CIA ha protegido a comerciantes a gran escala de EEUU y otros países para que no sean castigados. También ha ayudado ha que se difundan las drogas en las calles, sobre todo en las comunidades de gente de color.
La “guerra contra las drogas” racista.
La gente de todos los colores y niveles económicos de los EEUU usan drogas ilegales para divertirse, por razones médicas o porque son adictos. Pero la aplicación de la ley es tremendamente injusta. Por ejemplo, a los negros se les arresta por cuestiones de drogas hasta cinco veces más que a los blancos. La cruzada contra las drogas es una guerra contra los pobres, sobre todo los negros y demás gente de color.
En las comunidades de bajos ingresos, los empleos, la educación y las oportunidades son extremadamente limitados. Las drogas callejeras pueden proporcionar una especie de automedicación para aquéllos que tienen un futuro desalentador. Pero la pobreza y la desigualdad también incitan a la rebelión.
El control de las sublevaciones fue la meta original de la guerra contra las drogas declarada por el presidente Nixon en 1970. Los africano americanos hicieron temblar la estructura de poder con la lucha por los derechos civiles y la justicia. Su lucha inspiró a otros movimientos. Se dice que Nixon comentó que, “El problema son los negros. La clave es crear un sistema [para eliminar las protestas] que tome esto en cuenta sin que se note”.
El “sistema” ha provocado la tasa más alta de encarcelamientos del mundo. En el caso de los hombres negros entre 20 y 24 años de edad, es de uno de cada nueve. El 80 por ciento de todos los arrestos es por posesión de drogas, el 40 por ciento de los arrestos por drogas son por marihuana.
La guerra contra las drogas también ha hecho que se multiplique por ocho el número de mujeres en la cárcel desde 1980, y la mayoría son mujeres de color. Las mujeres con sentencias por drogas, muchas de ellas madres, reciben típicamente sentencias más largas que los hombres.
Los prisioneros que son liberados están condenados al fracaso pues se les niega la vivienda subsidiada, los préstamos universitarios y, con frecuencia, el empleo. La mayoría pierde su derecho al voto. Estas políticas impiden la rehabilitación y castigan también a las familias de los expresidiarios.
La campaña contra las drogas también se usa como pretexto para criminalizar más a los inmigrantes y para militarizar la frontera. La administración de Obama ha dicho que favorece el tratamiento en lugar del encarcelamiento; sin embargo, la rehabilitación no es asequible para la mayoría de las personas que la necesitan. Al contrario, ese dinero se destina al fortalecimiento de la patrulla fronteriza.
El fracaso de las leyes contra las drogas es tan obvio que en 2002 funcionarios de la aplicación de la ley fundaron la organización LEAP (según las siglas en inglés) para procurar la legalización. Su fundador, Jack Cole, cree que se debe eliminar la prohibición de las drogas, de la misma manera que se eliminó la prohibición del alcohol en 1933. “Un día después de que se eliminó esa terrible ley, Al Capone y todos sus compinches contrabandistas se quedaron sin trabajo.”
Lo que se puede hacer.
Lo bueno es que el movimiento por la legalización está creciendo. Muchas personas están a favor de la eliminación de las medidas policíacas contra las drogas, y del tratamiento de la adicción como un problema de salud. A continuación se encuentran maneras efectivas de tratar la cuestión de las drogas:
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Aprenda más sobre las luchas comunitarias contra cárteles de la droga en México en FreeNestora.org.
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