Raya Fidel, Ph.D., es una feminista judía nacida y criada en Israel que reside actualmente en Seattle. Es profesora de la Universidad de Washington y regresó en mayo de su más reciente visita a miembros de su familia en Israel.
Una activista palestina me dijo recientemente: “Qué gusto me da conocer a una israelita progresista. Ud. es la primera que he conocido”. Es posible que otras personas tengan reacciones similares cuando hablan con un judío israelí o americano que critica la política y las acciones del Gobierno israelí.
Pero los días en que dicha crítica provoque sorpresa pueden estar contados. La oposición judía al Gobierno israelí está aumentando rápidamente, desafiando la impresión fomentada por los medios de comunicación principales de que los judíos están unidos en su apoyo incondicional a Tel Aviv.
No hay nada más lejos de la verdad. Desde los “refuseniks” de las Fuerzas Armadas israelitas que se rehúsan a desempeñar sus funciones en los territorios palestinos, hasta los judíos de EE.UU. que protestan contra el terrorismo de estado israelita con letreros que dicen “No en mi nombre”, los judíos están exigiendo cada vez más que Israel ponga fin a la guerra contra los palestinos.
El problema básico: el Sionismo. La creación de Israel en 1948 fue resultado del Sionismo, movimiento nacionalista con base en la creencia de que los judíos sólo pueden hallar un hogar seguro en un estado exclusivamente judío. Para justificar el establecimiento de dicho estado en la tierra de Palestina, el Sionismo tuvo que hacer caso omiso de los derechos de los pueblos que ya vivían allí. A partir del principio del siglo XX, 700,000 personas vivían en Palestina, de las cuales la vasta mayoría eran árabes. Sin embargo, para forjarse el apoyo en pro de Israel, los sionistas popularizaron el mito de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra.”
Actualmente, la extrema derecha de este movimiento proclama que Israel debería deshacerse de los palestinos, tanto en Israel como en los territorios. El Sionismo más “moderado” no tiene propuesta alguna para resolver el conflicto.
No todos los judíos son sionistas. Muchos individuos y organizaciones no están de acuerdo con esta ideología, y los judíos han encabezado muchos movimientos radicales cuya política incluye el rechazo al Sionismo.
No obstante, desde los tiempos del Holocausto en que fue asesinada la mitad de los judíos del mundo, el Sionismo ha tenido una influencia fuerte sobre los judíos de todos sitios. No es fácil que un judío critique a Israel. Es probable que lo tilden a uno de traidor, de “judío que se odia a sí mismo”, o de antisemita.
Estas acusaciones tienen un bagaje muy pesado. La mayoría de los judíos de los EE.UU. ha experimentado el antisemitismo. Los judíos israelitas, por su parte, han sufrido numerosas guerras con sus vecinos árabes (la mayoría de ellas instigadas por Israel), y se les enseña a creer que “todo el mundo está contra nosotros”. Sobreponerse a esta defensa emocional e incondicional de Israel es un acto de disensión que puede tener la consecuencia de que uno sea excluido de su comunidad, de sus amistades y de su familia.
Pero a partir del sistemático incremento de la brutalidad de la ocupación después de que comenzara la nueva Intifadah palestina en octubre de 2000, números crecientes de judíos, incluyendo a judíos sionistas, se han dado cuenta de que la guerra contra los palestinos hacen de Israel un estado racista e inmoral. Muchos de ellos se están organizando en grupos para la acción.
El florecimiento de la disensión en Israel. El movimiento de paz israelita fue silenciado casi completamente después de los primeros bombardeos suicidas causados por la ocupación. No obstante, como respuesta a la sangrienta invasión por parte de Israel de numerosos pueblos y ciudades, está recuperando el tiempo perdido.
El movimiento consta de muchos fragmentos que abarcan desde grupos anti-sionistas en un extremo del espectro hasta aquéllos que buscan una ocupación más “humana” en el otro extremo.
A la mitad se encuentran aquellos israelitas que hoy día denominan la guerra contra los palestinos “la guerra por los asentamientos”, caracterización que escuché una y otra vez durante mi última visita a Israel. Estos israelitas creen que la razón verdadera de la guerra es mantener y expandir los asentamientos en los territorios palestinos de Cisjordania y de la Franja de Gaza. Ésta no es una razón por la cual están dispuestos a morir ni a ver a cientos de palestinos desplazados y asesinados.
Otros israelitas se oponen a la guerra con base en que daña al Estado judío. Ellos dicen que “la ocupación nos está matando”.
Sin embargo, el 11 de mayo, justo después de que yo regresara de Israel, todos ellos se unieron. Ese día recibí un correo electrónico de mi hermano desde Tel Aviv: la manifestación por la paz había juntado a 100,000 personas; ¡eso en un país de apenas un poco más de seis millones de habitantes!
Mientras tanto, de semana en semana, grupos de israelitas judíos participan en acciones directas para subvertir las ofensivas militares que van desde intentar obstaculizar la demolición de casas palestinas hasta llevar comida a las ciudades sitiadas.
Los judíos de EE.UU. por la paz y la justicia. En los EE.UU., se han formado organizaciones judías locales para oponerse a la ocupación no sólo en grandes metrópolis como Nueva York, Washington, D.C. y San Francisco, sino también en ciudades que con frecuencia no figuran en las noticias nacionales tales como Albuquerque, Minneapolis, y hasta Olympia, Washington.
Muchos de dichos grupos locales están muy involucrados en la coordinación de manifestaciones, marchas, peticiones y otras protestas. Algunos trabajan sólo con judíos; sin embargo, la mayoría participa en coaliciones más extensas que incluyen palestinos tal como el Movimiento Internacional de Solidaridad, el cual envía “protectores” a los territorios palestinos.
Como esfuerzo para construir un movimiento nacional de judíos de EE.UU., los activistas del Midwest organizaron una conferencia a principios de mayo de 2001, a la cual asistí yo. Denominada Unidad Judía por una Paz Justa, en esta reunión de una semana coincidieron más de 200 judíos de muchos estados e inclusive de otros países. No obstante, fue obvio que el Sionismo es aún un gran muro aislante dentro del movimiento, de la misma forma que lo es en Israel.
La mayoría de los participantes quería apoyar el derecho de los refugiados palestinos de regresar no sólo a los territorios palestinos o a un futuro y pequeño Estado palestino independiente, sino también a Israel. Sin embargo, gracias a la ayuda de algunos sionistas vociferantes, los organizadores se las arreglaron para concluir la reunión sin ninguna declaración común ni planes para actividades futuras.
Sin embargo, a pesar de los desacuerdos, la indignación judía continúa escalando debido a los horrores perpetrados por Israel tal como la destrucción del campo de refugiados Jenin este año. En la masiva manifestación en pro de la paz y la justicia en Washington, D.C. el 20 de abril, los contingentes judíos figuraron de forma prominente entre las 75,000 personas que hicieron temblar la capital con sus demandas en pro de la terminación de la carnicería.
Con dichos activistas judíos, el movimiento dentro de Estados Unidos contra la guerra parece estar preparado a desafiar al Sionismo en casa. En los sombríos días de septiembre de 2000, el prestigiado académico palestino Edward Said imaginó claramente esta posibilidad. En un artículo de la publicación Al-Ahram Weekly, afirmó: “Dentro de Estados Unidos existe un vasto sector de opinión dispuesto a criticar tanto a Israel así como la política exterior de EE.UU.”
El financiamiento de EE.UU. mantiene la guerra. ¿Son eficaces estos movimientos de paz y justicia? Yo sí creo que lo pueden ser, particularmente en los EE.UU.
El Gobierno de los Estados Unidos tiene el control total de la guerra porque nuestros impuestos están subsanando los gastos. Israel no podría mantener una ocupación tan larga y atroz sin el generoso apoyo financiero de los EE.UU. Dicho apoyo se provee, no porque las clases gobernantes de los EE.UU. se preocupen del destino de los judíos, sino porque necesitan un puesto de vigilancia y un pelele para utilizarlos para proteger sus intereses en el Medio Oriente que es rico en petróleo.
Por lo tanto, es extremadamente importante que la gente de los EE.UU. exijamos de todas las formas posibles que el Gobierno deje de apoyar a Israel.
¿Y quién mejor para oponerse al financiamiento del apartheid israelita que los judíos de EE.UU. con su evidente historia de interés por otros judíos de todo el mundo y por las víctimas de todo tipo de persecución?
¿Quién mejor para insistir que la única manera de que Israel sea seguro para los judíos es poner fin a la guerra contra el pueblo palestino y reconocer sus derechos históricos?
Según las conmovedoras palabras de un estandarte que ondeaba el 20 de abril en Washington: “No sobrevivimos a Auschwitz para enterrar a Jenin”. ¡Detengamos el financiamiento de Estados Unidos a Israel ahora mismo!