CUBA —Un testigo dice que la revolución asediada requiere ayuda global y una democracia socialista para sobrevivir

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Yendo por la autopista hacia La Habana en enero para una visita de tres semanas, el chofer de mi taxi se desvió para esquivar un autobús viejo y pesado. Con un gran esfuerzo debido ala carga y arrojando humo negro, el autobús iba repleto de pasajeros encaramados en la defensa trasera y colgados de las puertas y ventanas.

Mi chofer movió la cabeza. “No hay petróleo para más autobuses,” dijo.

En 1964, los Estados Unidos respondieron a la revolución cubana imponiendo un bloqueo comercial. Para suministrarse de petróleo, alimentos, productos industriales y bienes de consumo, Cuba recurrió al bloque soviético, vendiendo su cultivo principal, el azúcar. Pero a medida que la antigua Unión Soviética y los países de Europa Oriental comenzaron a procurar su reintegración en el mercado capitalista mundial, éstos disminuyeron drásticamente el comercio con Cuba, lo cual causó una terrible escasez y el racionamiento de alimentos básicos.

Incitados por el olor a sangre, los Estados Unidos reforzaron el embargo aprobando el proyecto de ley Torricelli (la “Cuban Democracy Act” de 1992). Esta ley, respaldada por Clinton, prohibe que los barcos de otras naciones anclen en puertos de Estados Unidos después de haber comerciado con Cuba y prohibe que las subsidiarias extranjeras de compañías norteamericanas hagan negocios con la isla.

Durante todo este tiempo Estados Unidos ha tratado de minar la revolución cubana por medio de asaltos militares, espionaje y asesinatos, así como mediante presión económica. En abril, empezaron a blandir el sable una vez más.

La Casa Blanca acusó al gobierno cubano en su totalidad de ser una “empresa de negocios ilícitos” involucrada en el contrabando de drogas. Los abogados de la administración de Clinton están preparando acusaciones que les permitirán, según las leyes de empresas ilícitas, arrestar a oficiales cubanos y embargar los bienes del país en el extranjero.

Los cubanos se mantienen desafiantes. Alex, un estudiante universitario, me explicó: “Fidel no estuvo de acuerdo con la perestroika de Gorbachev. Cuba no venderá nuestro patrimonio nacional. Nosotros no luchamos durante 30 años para proveer a todos para luego darnos la espalda los unos a los otros. ¡No importa lo que traten de hacer los Estados Unidos, nosotros venceremos!”

Pero muchos isleños, no menos revolucionarios, se dan cuenta de que la lucha de vida o muerte de Cuba sólo se puede ganar ampliando el espacio democrático dentro del país y atrayendo el apoyo material y político del exterior.

Los vastos logros de Cuba en estado de sitio. Los cubanos han conseguido tremendos logros desde la expulsión de Batista y la nacionalización de la economía, como el índice más bajo de mortalidad infantil en América Latina y uno de los índices más altos de alfabetizmo en el mundo. El ejemplo de la isla continúa siendo contagioso no solamente en el Tercer Mundo sino también en las naciones industriales avanzadas. Hay visitantes que regresan a casa preguntándose, “¿Por qué diablos no hacemos esas mismas cosas aquí?”

Todos los logros de Cuba se encuentran ahora en peligro.

Rita María Pereira, de la Federación de mujeres cubanas, me dijo cómo la escasez afecta a las mujeres — quienes, a pesar de un gran progreso hacia la igualdad, todavía son el factor primario en la creación de un hogar. En las mujeres recae la responsabilidad de lidiar con las crisis como la reciente epidemia de ceguera probablemente causada por una deficiencia vitamínica debido a la falta de ciertos alimentos; Pereira teme que esta carga fuerce a las mujeres a retirarse de la política justamente cuando sus observaciones y liderazgo son cruciales.

Problemas similares se presentan para superar los vestigios de discriminación racial. Los negros todavía no tienen representación proporcional como gerentes, por ejemplo, y el extenso cierre de fábricas debido a la falta de partes y de materias primas hacen que esto sea mucho más difícil de corregir.

Los Estados Unidos, con un poco de éxito, están tratando de utilizar la “privación” para provocar una rebelión desde abajo. Como Mario, un trabajador de La Habana, dijo, “Yo era socialista, pero como no hay comida, ya no soy socialista”.

La crisis crea oportunidades. Pero muchos trabajadores están respondiendo a la presión del Norte exigiendo cambios políticos que resolverían viejos problemas dentro del establecimiento revolucionario en sí y que ayudarían a vencer la amenaza yanqui.

El Estado cuba no es obviamente colectivo y progresista y se debe defender incondicionalmente en contra de las tentativas capitalistas de dar marcha atrás al reloj de la historia. Pero al mismo tiempo que se basa en una economía nacionalizada, también sufre por la falta de una democracia obrera — en otras palabras, es un estado obrero burocratizado.

A diferencia de la Unión Soviética, Cuba no depende principal mente del control policíaco de la población: todavía existe un apoyo masivo al gobierno y a sus líderes. Pero sólo se permite la existencia de un partido obrero, el Partido Comunista en el poder, y hasta hace poco tiempo se impedía el debate dentro del partido y la crítica del gobierno. Estas prohibiciones son auto-destructivas porque impiden que los obreros den su opinión acerca de los errores en las políticas gubernamentales y que se solucionen estos errores.

Si Cuba quiere evitar el destino de los países del bloque soviético, los obreros deberán tomar el poder en sus propias manos.

La iniciativa de masas está creciendo. Las discusiones anteriores al Cuarto Congreso del Partido en 1991 se convirtieron en debates organizados de masas. El intercambio de ideas generó llamamientos para extender el control local sobre determinaciones oficiales, para acabar con los tabúes con respecto a la homosexualidad, para permitir la nominación y elección directas de las autoridades y para reconocer como algunas de las reacciones del gobierno a la crisis actual exacerban la desigualdad. (Por ejemplo, las tiendas exclusivas en las que sólo se puede comprar con dólares existen ahora para atraer a los turistas.)

Estas exigencias producen resultados. En el congreso del partido se seleccionó a líderes nuevos y más jóvenes, se abolió el control del partido en la nominación de candidatos para elecciones municipales y el partido prometió que dejaría de dar órdenes paternalistas a grupos como los sindicatos y la Federación de mujeres cubanas.

Para que Cuba sobreviva, el proceso de democratización proletaria debe seguir adelante. Debe incluir un control directo de los trabajadores por medio de concilios en el lugar de trabajo. Estas organizaciones son esenciales para el desarrollo de políticas y mecanismos para hacer que la producción agrícola e industrial funcionen eficientemente, para contrarrestar el poder creciente de la burocracia para racionar los bienes escasos, para cesar las ganancias privadas del creciente mercado negro y para resolver el dilema que presenta el embargo por parte de los Estados Unidos y la pérdida de los socios comerciales de Cuba.

El internacionalismo, la llave para la libertad. Cuba se encuentra inmersa en un espirítu de internacionalismo. Mucha gente que conocí me comentó con un gran orgullo acerca de cubanos que están viajando para ayudar en otras luchas de liberación como Nicaragua y Angola.

Desgraciadamente la dependencia de Cuba con respecto al comercio con Moscú impidió el crecimiento de este internacionalismo.

La experiencia revolucionaria cubana ha comprobado que es necesaria la expropiación de los bienes de la burguesía y el movimiento hacia una nacionalización integral como único medio de satisfacer las necesidades de la gente y de salvaguardar sus logros iniciales, confirmando así la teoría de Trotsky de la Revolución Permanente. Sin embargo Castro aceptó la línea estalinista soviética y apoyó la adherencia de los sandinistas a una economía mixta de dominio capitalista en Nicaragua, ignorando las lecciones de su propia historia. Esto fue un suicidio, no sólo para la revolución nicaragüense sino también para Cuba; al final, Cuba podrá estar segura sólo como parte de una red de países que se aproximen juntos hacia el socialismo y que compartan sus recursos y sus medios de defensa.

A corto plaza el govierno cubano necesita hacer un llamamiento para una movilización internacional de ayuda que sea amplia y poderosa para desafiar el embargo.

Esta movilización está creciendo, sobre todo a causa de los “envíos de la amistad” (“Friendshipments”) organizados por los “Pastores por la paz”.

En marzo el departamento de aduanas confiscó un bote en Miami que pertenece a Will Eickholt, un ciudadano holandés que reside en Estados Unidos. ¿Cual fue su crimen? La entrega de leche en polvo y refacciones para motores de barco a cubanos necesitados.

Washington está decidido más que nunca a exterminar al Estado obrero cubano porque la continuación de su existencia contradice la propaganda de que “el comunismo ha muerto”. Cuba sigue siendo un gran y tenaz experimento socialista que se rehusa a fracasar a pesar de la campaña de tres décadas para destruirlo.

Nuestro movimiento en Estados Unidos juega un papel único en la lucha por Cuba, ya que nosotros tenemos la mayor oportunidad de influenciar a las clases gobernantes que abruman con mayor fuerza a Cuba — ¡sin lugar a dudas, llevando a cabo nuestra propia revolución! Debemos continuar enviando ayuda material y construyendo una base de apoyo pro Cuba en los sindicatos y en todos los campos de cambio social. A sí mismo el sector izquierdista del movimiento deberá tener cautela de no depender de los demócratas, los cuales han recomendado consistentemente la legislación y las operaciones militares que aprietan el nudo alrededor del cuello de Cuba.

A través de la organización para la defensa de Cuba, nosotros podemos explicar por qué el socialismo es superior al capitalismo en su capacidad para satisfacer las necesidades humanas y revertir el curso del planeta hacia la autodestrucción. Mientras sobreviva la revolución cubana, podremos señalar un lugar en el que han comenzado a germinar las semillas del socialismo, permitiéndonos tener una visión del perfil de una sociedad nueva para todos.

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