A principios del año nuevo, estuve en La Habana con amigos cubanos para celebrar el 40avo. aniversario de su revolución que es una llama de esperanza y fuerza para los luchadores de la libertad en todos sitios. El momento fue de regocijo a causa de los grandes logros de la revolución pues celebrábamos su tenacidad y nuestra nueva dedicación a luchar por su supervivencia.
Una explosión de luz. El 1º de enero de 1959 una prolongada rebelión popular dirigida por Fidel Castro y Che Guevara triunfó en contra de la profunda sombra de la dominación de los Estados Unidos, perpetrada por Fulgencio Batista.
Los trabajadores cubanos lograron la independencia de su nación y, después de un corto tiempo, la transformación del sistema económico que los convirtió en los dueños colectivos de los recursos productivos de su país.
A partir de 1959, Cuba midió su riqueza en términos del bienestar de sus ciudadanos, comenzando con aquellas personas tradicionalmente más desvalidas: los trabajadores, los campesinos pobres, las mujeres, la gente de color, la juventud y la gente mayor de edad.
Los trabajadores cubanos son propietarios colectivos de sus fábricas. Los campesinos administran su tierra y sus cultivos de manera colectiva.
Las mujeres controlan sus propios cuerpos; el aborto, así como las guarderías y el cuidado de los minusválidos, están garantizados universalmente y son gratuitos. Y a las mujeres se les respeta por su contribución social como miembros de la fuerza laboral.
Solucionar la desigualdad racial fue una de las primeras prioridades de la nueva sociedad; de la misma manera, los prejuicios entre la gente y la discriminación institucional no existen virtualmente.
La juventud es considerada como la próxima generación que deberá portar la responsabilidad del progreso de la humanidad. Los servicios de todos tipos se abocan a suministrarles ropa, alimentos, educación, oportunidades deportivas y mucho más.
Y los cubanos honran a sus mayores. Las personas de la tercera edad son cuidadas apropiadamente y ninguna abuela termina de pordiosera en la calle.
Castro mira hacia el futuro. Sin embargo, la revolución no es una isla. Los logros de Cuba se encuentran en gran peligro debido a la pérdida de la Unión Soviética como socio comercial esencial y a causa del bloqueo de los Estados Unidos que ha durado varias décadas.
En un discurso del día de Año Nuevo, Castro señaló que la globalización de la política y de la economía es una cuestión crucial, no sólo para Cuba, sino para todas las naciones.
“Ningún país por sí mismo, no importa qué tan grande o rico sea,” señaló, “puede resolver sus problemas por sí mismo.”
Como yo, millones de cubanos miraron, transfigurados, la emisión del discurso de Castro.
Hablando en San Diego, la metrópolis oriental de la isla y el centro de las celebraciones del 40avo. aniversario, Castro condenó el dominio del lucro privado como un callejón sin salida:
“El sistema [internacional] actual es insostenible pues está basado en leyes ciegas y caóticas que son nocivas y destructivas para la sociedad y la naturaleza. El orden económico que domina el planeta sucumbirá inevitablemente.”
Al hacer hincapié en esta realidad, Castro les confirmaba a los cubanos que, a pesar de las dificultades que tienen que soportar, el futuro en el que han puesto su confianza — el socialismo — es el futuro hacia donde se encamina toda la humanidad.
“A todos nuestros compatriotas, y especialmente a la juventud,” apuntó, “les aseguro que los próximos 40 años serán decisivos para el mundo. Lucharemos por nuestra nación y por la humanidad. Y nuestra voz puede llegar y llegará muy lejos.”
Internacionalismo: la clave de la victoria. Yo llegué a Cuba en diciembre, poco tiempo después de que Clinton dejara caer una lluvia de bombas sobre Iraq. Este crimen fue denunciado tanto por el gobierno como por el pueblo de la isla.
Mi amiga Alicia, activista de la Federación de Mujeres Cubanas, me dijo que ella cree que ponerle fin al embargo de EEUU contra Iraq debería ser una prioridad mayor que acabar con el embargo contra Cuba.
“Los iraqués no tienen socialismo,” argumentaba. “Por eso, cada mes 5,000 personas mueren por falta de alimentos y atención médica causados por el bloqueo de los Estados Unidos.”
Esta generosidad de espíritu internacionalista es típica de los cubanos. Pero al mismo tiempo, los peligros que enfrentan ellos a causa de la hostilidad capitalista son considerables.
Estos peligros van más allá de las privaciones materiales que los cubanos tienen que soportar día a día. También existen la desigualdad y regresión social, como la aparición de la prostitución, los cuales están surgiendo como resultado de la lucha forzada por obtener dólares.
Para asegurarse de que la revolución cubana sobreviva y progrese durante 40 años más, sus seguidores en todo el mundo deben agradecer el internacionalismo del pueblo cubano de la manera más profunda. Esto significa no sólo luchar por eliminar la campaña de EEUU contra Cuba; al final, la única manera en que podemos garantizar la seguridad de Cuba es convirtiendo en socialista el resto de América.
Y es este compromiso renovado con el que salí de Cuba.