Cada trabajador sindicalizado sabe que a su jefe le encantaría ver a los sindicatos inutilizados, o eliminados por completo. Los patrones están luchando por lograr ese objetivo, cortesía de Trump y sus secuaces. Para detener esta tendencia, los trabajadores necesitan un movimiento obrero unido preparado para luchar contra este monstruo reaccionario y contra su ataque fanático a inmigrantes, refugiados y musulmanes.
Es una pena que muchos líderes sindicales estén adoptando un tono conciliador, o incluso apoyando a Trump. Recientemente, el presidente de la AFL-CIO, Richard Trumka, indicó su deseo de apoyar al nuevo presidente, exclamando: “Si hace algo que es bueno para la economía y los trabajadores, vamos a apoyarlo”.
Animando a un enemigo de clase. En una reunión del 23 de enero con Trump, los líderes nacionales de los Sindicatos de la Construcción llegaron mucho más allá de la conciliación. Algunos estaban aturdidos después de que Trump prometió cientos de miles de trabajos en la industria de la infraestructura. Doug McCarron, jefe de la Hermandad Unida de Carpinteros, habló sobre el discurso inaugural del presidente proclamando “… fue un gran momento para los hombres y mujeres de la clase trabajadora de los Estados Unidos”.
El afán por congraciarse con los empleadores y sus representantes políticos no es nuevo. A principios del siglo XX, los líderes de la Federación Americana del Trabajo (AFL, según sus siglas en inglés) se unieron a los capitalistas y financieros para formar la Federación Cívica Nacional, y en realidad se opusieron a la organización de sindicatos de trabajadores menos calificados.
Los militantes siguieron un enfoque más inclusivo durante el aumento titánico de la mano de obra de los años 1930, cuando millones de trabajadores se organizaron en sindicatos de todo el sector. Esto llevó a los sindicatos a su cénit de poder, en el cual representaban el 35 por ciento de la mano de obra estadounidense.
Sin embargo, en las últimas décadas, los sindicatos han sido atacados y hoy representan menos del 11 por ciento de la fuerza laboral (sólo el 6,4 por ciento del sector privado). Los empleos sindicales, como los de las industrias automotriz y del acero, han desaparecido junto con el nivel de vida digno que proporcionaban.
Los dirigentes sindicales que apoyan a Trump pueden estar reaccionando al deseo desesperado de cambio por parte de sus miembros. Sin embargo, perjudican gravemente a las bases al adoptar el enfoque reaccionario de la vieja AFL, y al hacerse de la vista gorda cuando los patrones usan el fanatismo para dividir a los trabajadores y mantener el flujo de ganancias.
Ellos deberían educar a los miembros acerca de la fuente real de la fuerza del movimiento laboral: ser solidarios con toda la clase obrera, lo cual, combinado con la acción política independiente, es el cambio que los trabajadores necesitan, no el populismo de derecha de Trump.
Imagínate: en lugar de sacrificar a millones de trabajadores en el altar de Trump para conseguir empleos a corto plazo, los líderes laborales podrían aumentar la presión en ambos partidos capitalistas para exigir empleos para todos a través de la reconstrucción de la infraestructura y de un programa masivo de empleo público.
Nos están estafando. Apoyar a Trump producirá un gran desastre. Por otra parte, la unión con los aliados naturales del movimiento laboral fomentará el capital político. Por ejemplo, algunos sindicalistas de las industrias de la construcción y de la manufactura se están uniendo a activistas del medio ambiente para luchar por una transición hacia fuentes de energía sostenibles y expandir el transporte público. Esto crearía millones de puestos de trabajo. No obstante, sus líderes sindicales están respaldando proyectos contaminantes como el oleoducto Dakota Access.
Trump debe estar satisfecho con su hábil uso de las tácticas de “dividir y conquistar”, pues ha conseguido un cierto apoyo del movimiento laboral mientras que planea deportaciones masivas de trabajadores indocumentados y legislación para destruir los sindicatos. Mientras tanto, sus amigos en el Congreso esperan derogar la Ley Davis Bacon, la cual protege los salarios predominantes y los empleos sindicales. Entonces, ¿cuántos de los nuevos puestos de trabajo creados por Trump se sindicalizarán o pagarán salarios decentes?
Si tienes tarjeta sindical estás en la mira. Los empleados públicos todavía tienen una tasa de sindicalización de 35 por ciento, y por lo tanto se encuentran en la mira. La elección de Trump para la Corte Suprema probablemente significará que un caso dirigido a la Corte, Janus vs. Federación Americana de Empleados Estatales, del Condado y Municipales (AFSCME, según las siglas en inglés), impondrá el “Derecho al Trabajo” en el empleo del sector público en todo Estados Unidos. Algunos sindicatos estiman que podrían perder más de la mitad de sus miembros.
Otra amenaza es la inminente guerra contra los servicios sociales. A la nueva secretaria de Educación, Betsy DeVos, le gusta la privatización. El Congreso está a punto de destruir toda la red de seguridad social y reducir los fondos para las agencias reguladoras federales. Los despidos masivos son inminentes.
Los miembros de los sindicatos de empleados públicos, junto con los sindicatos del sector de servicios como UNITE-HERE que representa a los trabajadores hoteleros, son principalmente mujeres, personas de color e inmigrantes. Están indignados por los ataques racistas y misóginos del magnate inmobiliario. La presidenta de la Unión Internacional de Empleados de Servicio, Mary Kay Henry, declara acerca de Trump que, “Nuestro trabajo clave es seguir denunciando las contradicciones entre sus acciones y sus palabras”.
Muchos miembros de SEIU y otros sindicatos se han unido a las protestas anti-Trump, aunque generalmente esto no ha sido organizado por los sindicatos. Los líderes de estos sindicatos tienen más probabilidades de mostrar oposición a Trump, pero esto no es suficiente. Es hora de que los sindicatos dirijan la lucha junto con la comunidad para defender al movimiento laboral, a los inmigrantes y los derechos civiles.
¡Todos por una huelga general! Para este fin, un número creciente de sindicalistas locales están pidiendo una huelga general el 1 de mayo de 2017. Las mociones y resoluciones para tal huelga han sido aprobadas por los sindicatos que representan a las enfermeras en Minneapolis y Filadelfia, y a los maestros, estudiantes empleados académicos y trabajadores estatales en Seattle.
Una resolución de la Sección 304 de la Federación de Empleados del Estado de Washington (WFSE, según sus siglas en inglés) formula demandas para detener los ataques contra mujeres, inmigrantes, trabajadores de color y sindicatos. Para obtener una copia, visita organizedworkers.org.
Las bases de otros sindicatos están utilizando esta resolución para apoyar la huelga general y específicamente los actos del primer día de acción que las organizaciones de trabajadores inmigrantes están proponiendo a nivel nacional.
Los miembros de sindicatos cuyos líderes apoyan actualmente a Trump, esperan que la solidaridad pueda prevalecer sobre el oportunismo, si agitan y educan desde abajo hacia arriba. Pacific Northwest Regional Carpenters (Carpinteros Regionales del Noroeste Pacífico) aprobó una resolución que promete una movilización contra los crecientes ataques racistas / fascistas contra los inmigrantes.
Una huelga general con claras demandas es el arma más poderosa del movimiento laboral y podría mermar la máquina reaccionaria de Trump. Las ganancias obtenidas por los trabajadores durante un siglo de lucha están en juego. ¡El momento de luchar juntos es ahora!