Es necesario un movimiento organizado para arrasar con las Naciones Arias

Share with your friends










Submit
This article in English

Un movimiento anti-nazi está floreciendo en Idaho a pesar de los airados esfuerzos para envenenarlo que están haciendo las autoridades y los activistas de derechos humanos que se oponen a la acción directa.

El 10 de julio, mil personas se congregaron en el centro de Coeur d’Alene para hacer frente a un desfile de Richard Butler de las Naciones Arias. La fuerte y efectiva protesta demostró que la controversia sobre cómo responder a la ofensiva fascista actual, la está ganando la estrategia de movilización comunitaria contra la no estrategia de cerrar las puertas y bajar las persianas.

Otros miembros de la Coalición contra los Nazis (CAN) y yo, el grupo ad hoc que organizó la contraofensiva, nos sentimos conmovidos al ver señales de apoyo a la acción directa masiva por todos sitios.

Butler desfiló con unos 20 seguidores, muchos menos de los 90 que marcharon el año pasado. Más tarde, CAN celebró una manifestación en un parque adyacente. Entre los oradores estuvieron desde un veterano de la segunda guerra mundial que declaró, “Yo vivo aquí y les agradezco que hayan venido hoy” hasta un americano nativo gay que afirmó, “¡Yo soy de Idaho y me opongo al fascismo!”

La lucha contra el fascismo implica no solamente oponerse a los villanos en sábanas blancas sino también a los líderes de la ciudad que son alérgicos a las protestas.

“Quédense en sus casas: no respondan a las provocaciones. Inclusive el silencio y la cobardía son, a veces, heroicos.” Este consejo de un sindicalista italiano en 1921, mencionado en Fascism and Big Business de Daniel Guerin, sigue siendo la política de los oficiales de hoy y la apoyan muchas organizaciones de derechos humanos.

Esta alianza no nos sorprende dado que el gobierno y las agencias policiales así como las corporaciones proporcionan a muchos de los miembros y el financiamiento para grupos como la Northwest Coalition Against Malicious Harassment (Coalición del Noroeste contra el Hostigamiento Malicioso).

Las autoridades de Coeur d’Alene han hecho obvia su prioridad: proteger la industria turística de muchos millones de dólares. En su opinión, la infiltración nazi es una molestia pequeña comparada con las manifestaciones en contra que son ruidosas y atraen la atención de los medios. Aparentemente, a ellos no les importa que el cuartel de Butler en Hayden Lake sea un centro fascista internacional en donde psicópatas como Buford Furrow Jr. reciben su adoctrinamiento antisemítico, racista, misógino y homofóbico y en donde son preparados para el terrorismo.

Sin ser afectados por la desaprobación oficial, dos grupos se reunieron para coordinar la respuesta al desfile de Butler en julio. Uno fue el United Front Against Fascism (Frente Unido contra el Fascismo) de Seattle, una organización integrada principalmente por sindicalistas, socialistas y feministas a la cual pertenezco yo. El otro fue formado por varios capítulos regionales de Anti-Racist Action (Acción Antirracista), integrado en su mayoría por anarquistas jóvenes.

En los seis meses de organización realizada en 10 ciudades de los EEUU y Canadá, los dos grupos crearon un frente unido de manera meticulosa, la Coalition Against Nazis, CAN (Coalición contra los Nazis).

CAN concentró una gran presión de todo el mundo sobre el alcalde y la policía de Coeur d’Alene que había arrestado a casi 20 manifestantes durante el desfile de Butler de 1998. El principal objetivo de CAN era organizar un suceso exitoso que inspirara a la comunidad local para formar una línea defensiva de oposición duradera contra los arios.

Pero no todos los que fueron a Coeur d’Alene compartían este objetivo. Algunos manifestantes resultaron ser turistas radicales decididos a llenar con la máxima cantidad posible de diversión su emocionante día en esa ciudad.

En la víspera de la manifestación, dos miembros de ARA de California, Larry Hildes y Greg Maynard, acusaron con arrogancia a los organizadores del Partido de Libertad Socialista (Freedom Socialist Party) que ayudaron a crear CAN de “dominar” el trabajo (en el cual ni Hildes ni Maynard habían colaborado). Maynard nos amenazó con que retiraría a los locutores de la manifestación si nos rehusábamos a obedecer sus órdenes. Obviamente, los miembros de CAN nos resistimos a este intento de sabotear la coalición democrática que todos habíamos trabajado por meses para construir.

Más tarde, un grupo de Moscow, Idaho, anunció sus planes de participar en un tipo de desobediencia civil, le agradara o no a la coalición. Es cierto que realizaron un sentón emocionante que forzó a los supremacistas blancos a retroceder por un momento y luego a tomar otra ruta. Sin embargo, como respuesta, los policías se adentraron hasta el centro del grupo con una multitud de macanas y efectuaron tres arrestos; una reacción reprensible pero predecible.

Esto dio como resultado que la acción del grupo desvirtuara el objetivo de la protesta; que pareciera que se trataba de un pequeño grupo anarquista contra la policía y no de la comunidad contra los nazis.

Y aunque aquéllos que dirigieron el acto de desobediencia civil trataron a CAN con desprecio, deben agradecer a la organización de CAN, o sea, la fuerza del movimiento, de que arrestaran a un puñado de manifestantes y no a 20.

En el esfuerzo por detener a los fascistas, cada táctica tiene que ser evaluada con referencia a su aportación a la lucha comprometida a largo plazo. ¿Quién estará presente la próxima vez que marche Butler?

Ésa es una pregunta que sólo podemos responder construyendo un movimiento fuerte, democrático, diverso y continuo; un movimiento que sea capaz de atraer a toda persona que apoye los derechos humanos para que salga a las calles a forzar al fascismo a que desaparezca de manera permanente.

Para contactar al Frente Unido contra el Fascismo, escribe a UFAF, 5018 Rainier Ave. South, Seattle, WA 98118.

Share with your friends










Submit