La cuestión de quién habita la Casa Blanca tiene una gran importancia en las condiciones de vida, no sólo de los trabajadores de EEUU sino de todo el mundo. Sólo hay que examinar el impacto de las políticas exteriores del presidente Obama en América Latina y el Caribe. Por ejemplo, en México y Colombia el gobierno se ha ocupado de financiar milicias para ayudar a las corporaciones a apropiarse de recursos y a destruir sindicatos. Mientras tanto, Obama y sus secuaces imperialistas insisten en crear acuerdos de “libre comercio” que empobrecen a todos menos a las élites.
En 2009, poco después de asumir la presidencia, Obama recibió una calurosa bienvenida en la quinta Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago. Había grandes expectativas en América Latina con respecto al incremento de la cooperación después de terminado el gobierno de Bush. Pero tres años más tarde, en la primavera de este año, durante la sexta Cumbre en Cartagena, Colombia, la bienvenida fue más bien fría.
¿La razón? Las políticas de Obama son más de lo mismo: expansión del libre comercio, incremento de los fondos para la militarización, y la continuación de la oposición contra la reducción de la violencia mediante la legalización de las drogas.
Los verdaderos escándalos de Cartagena. El presidente ecuatoriano Rafael Correa boicoteó la Cumbre, calificando el bloqueo de Cuba por parte de Washington como una exclusión “intolerable” de Cuba de la Cumbre. La frustración de otros representantes latinoamericanos acerca de la prohibición de Cuba era muy grande. Una iniciativa para hacer de Cartagena “la última Cumbre sin Cuba” recibió el apoyo de todos los participantes excepto dos: los EEUU y Canadá.
En 2009, Obama prometió crear programas para reducir la demanda de drogas en EEUU. Sin embargo, aproximadamente al mismo tiempo, las estados disminuyeron los fondos para los tratamientos para abuso de sustancias. Dada la situación, muchos líderes de América Latina se han pronunciado en pro de la legalización de algunas drogas para reducir la demanda en EEUU y para terminar con los criminales cárteles. El presidente colombiano Juan Manuel Santos volvió a insistir en la iniciativa en Cartagena — y, una vez más, el gobierno de Obama la rechazó.
Igual que durante los años de Bush, la máquina del libre comercio estaba operando al máximo en la Cumbre. Obama y Santos anunciaron que el acuerdo con Colombia entraría en vigor el 15 de mayo, a pesar de la falta de avances en la protección laboral estipulada.
La sexta Cumbre terminó amargamente con protestas y retiradas y sin ninguno de los momentos placenteros de la Cumbre anterior. Siempre estuvo presente el escándalo sexual de los “chicos” del Servicio Secreto, descubiertos cuando uno de ellos se rehusó a pagar los servicios que le habían prestado.
Parece que los agentes del imperialismo serán ladrones de principio a fin.
La militarización de un continente. Históricamente, Washington ha vertido billones de dólares en América Latina para proteger a las corporaciones de EEUU militarizando a regímenes represivos. Hoy día, está usando la lucha contra las drogas como excusa para una renovada militarización, con la Iniciativa Mérida en México y el Plan Colombia como dos excelentes ejemplos.
Cuando la secretaria de Estado, Hillary Clinton, discute la necesidad de luchar contra la “narco-insurgencia”, ignora deliberadamente la distinción entre los gángsters de las drogas en guerra con los gobiernos y los rebeldes que están luchando por la reforma agraria y los derechos de los trabajadores. Este factor ofrece el pretexto para proporcionarles a gobiernos corruptos de derecha las armas para suprimir la oposición política.
La competencia de las inversiones en aumento de China y Corea del Sur en la región es otro incentivo para la militarización, y la amenaza del terrorismo es otra excusa. Un ejemplo es el despliegue de la cuarta flotilla de la Fuerza Naval de EEUU frente a las costas de México, América Central y las islas del Caribe — una demostración de fuerza que sirve como recordatorio del poder de EEUU a pesar de su involucramiento en Irak y Afganistán.
La resistencia en una zona de guerra. El egoísta apoyo político y militar del Tío Sam a gobierno inhumanos significa que millones de latinoamericanos viven en la pobreza y con temor en ciudades patrulladas por tanques.
Débiles leyes ambientales y bajos sueldos atraen a las fábricas de EEUU, las cuales hacen que se enfermen los trabajadores y que se contaminen los ríos y el aire. Después cierran las maquiladoras y se van adonde la mano de obra es aún más barata.
Se amenaza y se abusa sexualmente de las activistas, y a los periodistas críticos del sistema se les encarcela y asesina. En Colombia, por lo menos 54 organizadores laborales han sido asesinados desde principios de 2011.
Mientras tanto, en la región amazónica, se están talando los antiguos bosques lluviosos, destruyendo poblaciones y culturas indígenas como los Awa de Brasil.
En las zonas agrícolas, continúa la transferencia de tierras públicas a las grandes corporaciones, forzando a las familias a aceptar empleos peligrosos con sueldos bajos o a huir de su país natal para sobrevivir. Esta primavera, más de 3,500 familias campesinas hondureñas tomaron posesión de 1,420 hectáreas de tierras públicas donadas por el gobierno a grandes terratenientes, exigiendo que se respetara la ley que concede a los pequeños agricultores el derecho a labrar dicha tierra.
Las mujeres son importantes en las protestas en toda la región. Grupos como Feministas en Resistencia de Honduras ha dirigido la organización contra la ocupación militar de sus comunidades y han celebrado congresos internacionales sobre derechos humanos.
También se está manifestando la solidaridad a través de las fronteras. El apoyo de las bases del Norte a los trabajadores y campesinos de América Latina se remonta a hace mucho tiempo. La AFL-CIO de EEUU también ha demostrado su apoyo recientemente aliándose con sindicalistas hondureños y colombianos para protestar contra las violaciones laborales de los tratados de libre comercio.
Las raíces del problema. La verdad es que, siempre y cuando sobreviva el capitalismo, el inquilino de la Casa Blanca satisfará los intereses corporativos en primer lugar y ante todo.
Es la clase trabajadora de EEUU la que cuenta con la fuerza para poner fin al arrebato de tierras, a la militarización y a los abusos contra los derechos humanos, todos estos apoyados por EEUU — pero sólo haciendo la revolución socialista aquí en casa y fomentando el control democrático de la clase trabajadora mayoritaria.
La organización en pro de dicha transformación social básica es el meollo de la campaña del Partido de Libertad Socialista (FSP) de Stephen Durham para presidente y Christina López para vicepresidenta. La campaña es una lucha tanto para crear cambios inmediatos para aliviar el sufrimiento de los trabajadores en este hemisferio (véase el texto adjunto) como para luchar para poner fin al capitalismo, la causa de dicho sufrimiento.
El socialismo conllevaría la producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas y para resolver los problemas mundiales … no para beneficiarse a costa de ellas. Las prioridades presupuestarias serían el cuidado médico y la educación, no la militarización ni la guerra. Además, la brutal competencia entre naciones sería reemplazada por una nueva era de cooperación y ayuda mutua.
Eso es lo que Durham y López están luchando por lograr.
Durham y López sobre Asuntos Internacionales y Migratorios
Que se anulen los tratados comerciales y financieros que empobrecen a los trabajadores de todo el mundo. Que se abran las fronteras para que la mano de obra pueda moverse tan fácilmente como el capital. Que se nacionalicen las corporaciones de EEUU que contaminan, explotan y apoyan regímenes corruptos. Que se cierren todas las bases militares en el exterior. Que se legalicen las drogas bajo el control comunitario.