La frustración hierve en Cuba

El bloqueo de EE.UU., el hambre y la inflación provocan una revuelta

La Habana, Cuba. El 11 de julio de 2021, la gente en las calles demanda alimentos, medicamentos y vacunas Covid. FOTO: Alexandre Meneghini / Reuters
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El 11 de julio de 2021, Cuba estalló en las mayores manifestaciones callejeras desde la Revolución Cubana de 1959. Comenzaron en pequeños pueblos cerca de La Habana y en la provincia de Santiago de Cuba y se extendieron a cincuenta pueblos y ciudades antes de que terminara el día. Los manifestantes procedían de todas las clases sociales, pero sobre todo de los grupos más pobres y marginados: negros, mujeres, desempleados, jubilados, lesbianas y gays, y jóvenes. Protestaban por la escasez de alimentos, medicinas y gas, los frecuentes cortes de electricidad y la falta de vacunas Covid.

Sus gritos por la libertad política y las necesidades básicas de la vida surgieron de la crisis económica más profunda de Cuba en décadas y del enfado con el sistema político ineficiente, burocratizado y unipartidista controlado por el Partido Comunista de Cuba (PCC).

Represión del gobierno. La respuesta del PCC a la agitación social fue rápida. El presidente cubano Miguel Díaz-Canel denunció a los manifestantes como mercenarios contrarrevolucionarios y llamó a los fieles del PCC a recuperar las calles.

Sin dudarlo, ordenó que las manifestaciones fueran disueltas por policías uniformados y encubiertos, así como por hombres de varias ramas de las fuerzas armadas, entre ellos las Avispas Negras, comandos de combate de élite entrenados para defender la isla de un ataque militar. Más de 500 personas fueron detenidas; muchas ya han sido condenadas a prisión en juicios sumarios sin representación legal.

El 17 de julio, en una masiva concentración progubernamental en La Habana, compuesta principalmente por trabajadores estatales que debían asistir, el contraste entre la dirección predominantemente blanca del PCC y las protestas mayoritariamente negras de las manifestaciones anteriores acentuó una de las principales divisiones sociales del país.

En los días que siguieron a esta explosión de descontento, varios grupos socialistas y de solidaridad con Cuba en Estados Unidos se pusieron del lado del PCC de forma simplista y acrítica y culparon al prolongado bloqueo económico de Estados Unidos de los disturbios, como si todo lo que ocurre en la isla pudiera atribuirse directamente a la Casa Blanca y a los expatriados cubanos la derecha. Pero el bloqueo es sólo un factor, y aunque los cubanos reaccionarios trataron de aprovechar las protestas, sus consignas no encontraron eco más allá de utilizar el título de una canción de hip-hop antigubernamental – “Patria y Libertad” — como cántico.

¿Cuál era el objetivo de los manifestantes? ¿Derribar el primer intento de formar un estado obrero en este hemisferio o “exigir al gobierno un verdadero socialismo”, como escribe Odette Casamayor-Cisneros, escritora y educadora cubana? La respuesta se encuentra en el examen de la convergencia de los acontecimientos que se encuentran detrás de esta extraordinaria revuelta.

Los nubarrones se acumulan. La crisis política y social de Cuba tiene profundas raíces en el pasado. La situación es la peor desde finales de los años 80 y 90, cuando la Unión Soviética, que había proporcionado a Cuba subvenciones y era su principal socio comercial, renunció al socialismo y se pasó al capitalismo. Como consecuencia, Cuba perdió su principal fuente de petróleo y entró en el “Periodo Especial”, cuando el embargo estadounidense y la falta de gas hicieron que los agricultores volvieran a utilizar bueyes y mano de obra para labrar los campos. Fueron años desesperadamente duros y hambrientos. Duraron casi una década hasta que Venezuela intervino para llenar el vacío dejado por la Unión Soviética. Poco a poco, la economía cubana se recuperó.

Sin embargo, en 2014, cuando los precios mundiales del petróleo se desplomaron, Venezuela redujo la cuota de combustible de Cuba a la mitad. Como las turbinas de petróleo generan toda la electricidad de la isla, los apagones crecieron junto con las líneas de gas. Esto hizo que las cosechas se pudrieran en los campos y almacenes porque no había gas para que los camiones las llevaran al mercado. Hoy la isla importa entre el 70% y el 80% de sus alimentos y la electricidad está disponible esporádicamente. Las mujeres hacen cola durante horas para comprar pequeñas cantidades de arroz, frijoles y pollo, sólo para descubrir que los estantes suelen estar vacíos.

El turismo empezaba a cambiar las cosas cuando Trump endureció las sanciones y dificultó el envío de remesas de los cubanos en el extranjero. A esto le siguió rápidamente la llegada de la pandemia. Cuba decidió desarrollar su propia vacuna en el prestigioso sector biotecnológico del país; lo consiguió en abril de 2021, pero en junio y julio el Covid se extendió rápidamente, acentuando la escasez de jeringuillas.

Para colmo de males, la economía se contrajo un 11% el año pasado, después de que el gobierno introdujera reformas económicas que desencadenaron una inflación del 500%. Aun así, persistió en invertir fuertemente en el turismo, invirtiendo 125 veces más en nuevas habitaciones de hotel que en sanidad y educación juntas. Esto enfureció a muchos cubanos, especialmente porque los trabajos bien pagados en el turismo suelen ir a parar a personas de piel clara con conexiones en el gobierno.

Obviamente, el Partido Comunista de Cuba no es la fuente de todas las calamidades de la isla. Pero controla las cúpulas de la burocracia estatal y la economía: energía, agricultura, banca, comercio interior y exterior, importación y exportación, transporte, turismo, comunicaciones, servicios públicos, industria pesada y media, educación, medicina y sanidad.

El problema ahora es que 62 años después de la Revolución Cubana no hay manera de que los trabajadores puedan ejercer el control sobre la burocracia estatal o ser parte de la búsqueda de soluciones para la crisis actual.

Revoluciones deformadas por el imperialismo. Las revoluciones cubana y rusa ocurrieron en países subdesarrollados. El rápido desarrollo económico era esencial para avanzar en sus objetivos socialistas y sentar las bases de una mayor igualdad social sobre la que pudiera florecer la democracia obrera. Para ello necesitaban la ayuda de las revoluciones de los países avanzados, pero el imperialismo mundial se aseguró de que no llegara. León Trotsky, líder con Lenin de la Revolución Rusa de 1917, advirtió de la fusión del partido con el aparato estatal. Advirtió que si todo lo que la nueva sociedad soviética podía ofrecer era escasez, era probable que triunfara una burocracia estatal privilegiada, que decidiría quiénes disfrutarían de los beneficios de la revolución y usurparía el poder de los trabajadores para corregir el estado.

En Cuba, revolucionarios de diversas tendencias políticas participaron en la lucha para derrocar la dictadura de Batista. Sin embargo, el Movimiento 26 de Julio, dirigido por Fidel Castro, y el Partido Comunista de Cuba del hermano de Fidel, Raúl, acabaron dominando la dirección de la revolución.

Desgraciadamente, el PCC se inspiró en el régimen de partido único de la Unión Soviética bajo José Stalin, asesino de la democracia socialista. El partido cubano nunca fue una mera réplica del partido soviético, pero sí se orientó hacia un gobierno de arriba abajo, un desarrollo que se vio constantemente reforzado por la amenaza de ser derrocado por Estados Unidos.

Ahora parece que un sector muy significativo del partido ha decidido seguir al Partido Comunista Chino en el intento de restablecer plenamente el capitalismo, paso a paso, y llamarlo “socialismo de mercado”.

Solidaridad de otro tipo. Cuba se encuentra hoy en una encrucijada. Una revolución que se autodenomina socialista debe, tarde o temprano, cumplir su promesa o perder la confianza del pueblo. Todos los que se preocupan por ver a Cuba realizar los objetivos de la revolución de 1959 le deben su solidaridad activa contra el sabotaje imperialista y su visión honesta.

El Freedom Socialist Party (Partido de Libertad Socialista) ha defendido a Cuba contra todo peligro imperialista durante seis décadas. Nuestra fundadora, Clara Fraser, fue organizadora del Comité de Juego Limpio para Cuba en 1960. En 1997, nos unimos a las Mujeres Radicales para violar abiertamente la prohibición de viajar en el Período Especial para llevar ayuda a mujeres y niños de Cuba. Ayudamos a Pastores por la Paz a llevar autobuses escolares de los EE. UU. y Canadá a Cuba. Trabajamos estrechamente con la Federación de Mujeres Cubanas y en 1999 ayudamos a acoger a la delegación cubana en la reunión en Seattle de la Organización Mundial del Comercio, y mucho más.

Pero recientemente hemos sido reprendidos por grupos estalinistas de Estados Unidos como “irresponsables” y “apoyando las falsas justificaciones ideológicas de la intervención imperialista” porque reconocimos las protestas de julio como un grito de ayuda en una crisis, no como un complot urdido por la CIA. Todo lo que podemos decir es que la solidaridad tiene que basarse en algo más que en el vitoreo o el culto a los héroes. Requiere defender y apoyar la democracia obrera en la lucha por ganar y mantener los objetivos socialistas.

Acabar con el bloqueo de Estados Unidos. No a la restauración capitalista. Liberar a todos los presos del 11 de julio y retirar los cargos. Defender y ampliar las conquistas de la revolución de 1959.

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