La tristeza en una ciudad fronteriza: La vida en Nogales y Cuidad Juárez

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Nací en un pequeño pueblo de México, en el estado de Jalisco, y me mudé a Los Ángeles en 1974. Una vez al mes visito Nogales, ciudad del norte de México en la frontera de Arizona. Mi esposa está viviendo ahí esperando su visa. Lleva ahí más de dos años.

De los 150,000 residentes de Nogales, el 50 por ciento tiene trabajo y el 50 por ciento está desempleado o subempleado. Los que tienen empleo trabajan en fábricas o en maquiladoras. Si uno tiene suerte y un buen empleo, gana $2,000 pesos por semana ($168 dólares). En la mayoría de las familias una persona tiene visa y va a los EEUU a comprar comida, porque es el 20 por ciento más barata.

La mayoría de la gente de Nogales no tiene un empleo que les pague $168 dólares por semana. La mitad de la población tiene otros tipos de empleos. Mucha gente trabaja en el tráfico de drogas o pasando gente por la frontera o recibiendo sobornos de los narcotraficantes.


Yo visito a mi esposa
una vez al mes. Después de mi primera visita, noté una vibra muy rara en el ambiente — le gente era fría, la mayoría caminaba del trabajo a su casa sin una sonrisa, sin el calor y la amabilidad con la que crecí. No lo podía entender.

Un mes después, no tardé mucho en descubrir lo que todos están viviendo en Nogales. Mientras esperaba a que mi esposa saliera del trabajo, entré a la tienda a comprarme un helado. Detrás de mí entró un hombre corriendo. Le disparó a un tipo que estaba comiendo ahí y luego se salió corriendo.

En el piso estaba un hombre muerto después de que le habían volado los sesos. Miré a mi alrededor y vi que todos corrían, así que yo también corrí.

Durante las diez horas que me tardé en conducir de regreso a LA, lo único en lo que podía pensar era la forma en que todo mundo había cambiado justo después del asesinato.

La gente que vive en esa ciudad fronteriza sabe que van a matar a alguien pero no sabe a quién ni cuándo. Cuando esto ocurre se libera la presión y tarda un día en volverse a acumular — sólo 12 horas, no meses ni semanas.

Sin embargo, durante esas pocas horas Nogales cambia. Uno ve sonrisas; uno ve vida. La policía de Nogales reportó 3,000 muertes en un año. Pero en una manifestación contra todos estos asesinatos, dijeron que fueron más bien alrededor de 5,000.

Tuvimos que ir a Ciudad Juárez porque es el único lugar donde se puede conseguir la visa para venir a los Estados Unidos. Ciudad Juárez es una ciudad grande al lado del Río Bravo, justo del otro lado de El Paso, Texas. Tiene el doble de fábricas que Nogales pero la industria más grande son las drogas. Y la segunda industria más grande es el consulado de EEUU.

Esto es lo que tiene que sufrir la gente para conseguir la visa. Nos tardamos todo el día para poder entrar al consulado. Después te dicen que te avisarán por paquetería de DHL. Dicen que el paquete se tarda tres días en llegar pero a mí esposa y a mí nos tardó tres semanas. No puede uno llamar a nadie para ver qué es lo que está ocurriendo. Sólo puedes esperar.

Entonces, después de tres semanas, nos llega una carta que dice que necesitan tomar una decisión y que se volverán a comunicar con nosotros en un año.

Yo vi mucha gente que no tenía dinero para un hotel caminando en las calles día y noche. Alguien está ganando mucho dinero en los hoteles y vendiendo comida. Tal vez por eso es que al área alrededor del consulado le llaman la Zona de Oro.

Se necesita un examen médico que cuesta $150 más vacunas. El total de mi cuenta fue de $435. Tiene uno que estar ahí tres días para que el doctor le dé a uno los resultados.

Fuimos al consulado. Le dijeron a mi esposa, “No se puede ir de Ciudad Juárez. Recibirá una carta por DHL en dos o tres días.” La carta se tardó tres semanas en llegar. Hablé con mucha gente a quien le dijeron lo mismo, pero ellos habían estado ahí durante dos meses … esperando.

Estábamos atrapados en Ciudad Juárez. Habían matado a 17 muchachos en una fiesta y la ciudad estaba cerrada. Nadie podía entrar ni salir.

Los cárteles de drogas controlan las calles, cientos de mujeres han sido asesinadas en camino a su trabajo en las maquiladoras y a ningún funcionario parece importarle, pues ellos mismos han sido corrompidos por el dinero de las drogas que circula por la ciudad.

Mientras tanto, hay más de 3,000 tropas mexicanas que protegen el consulado de los Estados Unidos.

Si fueran legales las drogas, no existirían los cárteles de drogas ni tampoco la policía ni los funcionarios públicos corruptos. Si se abrieran las fronteras, las fábricas extranjeras no proliferarían en estas ciudades pagando salarios míseros. Ciudad Juárez y Nogales existen sólo para explotar a los trabajadores y para servir de centros intermedios para el contrabando de drogas y armas.

Aquí en los Estados Unidos, deberíamos luchar por una frontera abierta y por dar fin a la guerra contra las drogas y a los tratados comerciales que han destrozado la economía mexicana. Así México podría volver a ser un hermoso lugar.

Ésta es una versión abreviada de un informe que dio el autor en una reunión de la sucursal de Los Ángeles del Partido de Libertad Socialista en septiembre de 2010. Por fin su esposa pudo reunirse con él hace ocho meses. Pérez es técnico en comunicaciones y miembro de La Unión de Trabajadores de Comunicaciones de América (CWA). Se puede contactar a Pérez en mrnoelperez@yahoo.com.

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