El Día de San Valentín, un grupo de decididos empleados de la ciudad y sus partidarios desafiaron los vientos helados y la lluvia con un “Grito de Justicia y Rosas” frente al Ayuntamiento de Seattle. Organizado por el grupo de bases, Seattle Silence Breakers (los Rompedores del Silencio) (SSB, según sus siglas en inglés), el mitin destacó el acoso sexual y la discriminación generalizados en los empleos de la ciudad.
La creciente campaña inspiró a la rompedora del silencio Leslie Waggoner, diciendo: “Ha tardado mucho tiempo en llegar, y se ha logrado a pesar de tanta resistencia”.
La delegada sindical Lisa Frasene afirmó con orgullo: “¡Ya estamos haciendo más cosas que todos los departamentos de la ciudad juntos!”. A pesar de las promesas de poner fin al comportamiento predatorio de la nueva alcaldesa y de muchos miembros del Concejo Municipal, nadie asistió ni envió ninguna declaración a la manifestación del 14 de febrero, aunque todos fueron invitados.
Animado por su acción conjunta, SSB está trabajando para impulsar al movimiento nacional #MeToo hacia el próximo paso vital: lograr cambios duraderos en el trabajo para las mujeres, las personas de color y otros grupos afectados.
De la indignación a la acción. Seattle Silence Breakers surgió de una reunión de las Mujeres Radicales (RW, por sus siglas en inglés) en noviembre en la que la organizadora de RW, Gina Petry, analizó las explosivas revelaciones globales de acoso sexual y los aspectos de clase y raza que a menudo se pasan por alto. Ella atribuyó la persistencia del abuso al estado de segunda clase de las mujeres bajo el capitalismo y discutió los medios para luchar por el cambio.
Las mujeres y los hombres de la reunión agregaron historias conmovedoras. Una, Beth Rocha, había sido perfilada en los medios locales durante la pelea de un año que ella y sus colegas libraron contra una cultura abusiva en su departamento de Seattle City Light, la empresa eléctrica municipal. La denuncia de acoso sexual de Rocha todavía la estaba obstaculizando una investigación interna prolongada y tendenciosa. Un hombre negro habló de la intimidación sexual que había sufrido, lo que demuestra que esta cuestión no respeta ni color ni género.
También estuvieron presentes en la reunión de RW la presidenta del capítulo de Seattle, Denise Krownbell, y la delegada sindical Frasene del sindicato de Rocha, Trabajadores Profesionales y Técnicos Local 17 (PTE, según sus siglas en inglés), el mayor sindicato de la ciudad. Estaban ansiosos por involucrarse en la defensa de la fuerza de trabajo mayoritariamente femenina en las oficinas de la ciudad.
Varias mujeres jubiladas de City Light y miembros de RW hablaron sobre las estrategias que habían usado para luchar contra la discriminación de género y raza. Los participantes salieron con la determinación de actuar juntos.
Rompiendo el silencio. Las noticias del proyecto se difundieron de boca en boca en los lugares de trabajo de la ciudad. Las reuniones durante el almuerzo atrajeron a un número cada vez mayor de mujeres y hombres, personas de diversas razas, personas LGBTQ, trabajadores de varios departamentos, miembros de diferentes sindicatos y empleados sin representación, jubilados y activistas feministas.
Varios miembros de RW en SSB son trabajadores de la ciudad actuales o jubilados, cuya experiencia de organización de la comunidad y lugar de trabajo es muy apreciada por el grupo. Algunos habían ayudado a fundar el Comité para la Igualdad de Derechos en City Light, que luchó contra la discriminación en los años 80 y 90. Otra, Doreen McGrath, condujo dos exitosas campañas sindicales para trabajadores de la tecnología de la ciudad.
En las reuniones iniciales, los participantes compartieron experiencias, identificaron puntos de unidad y eligieron como copresidentes a la presidenta del capítulo de PTE Seattle, Krownbell, y a la organizadora de RW, Petry. Los problemas que están peleando incluyen insultos (“perra”, “puta”), gestos sugestivos, preguntas intrusivas (“¿Qué color de pantaletas llevas puestas?”), y toques no consensuales, como agarrar las rodillas, besar y dar nalgadas. Las quejas son seguidas por represalias, ignorando o desacreditando el testimonio de víctimas y testigos; las resoluciones negociadas son raras, contienen cláusulas de no divulgación, y a las víctimas se les prohíbe volver a trabajar en el ayuntamiento en el futuro.
El grupo acordó tomar decisiones por mayoría de votos y luchar contra el racismo, la homofobia y otras formas de prejuicio, además del acoso sexual. La declaración de unidad de SSB tiene como objetivo el acoso y las represalias que enfrentan aquéllos que presentan quejas. Además, hace un llamado a la ciudad para implementar la equidad salarial y “desarrollar una fuerza laboral que refleje y represente la diversidad de los residentes de la región”.
Los activistas recientemente movilizados están desarrollando remedios efectivos. Las demandas incluyen ofrecer tiempo de descanso a las víctimas y trasladar al perpetrador acusado a otro lugar de trabajo si la parte perjudicada se siente amenazada. (La práctica actual generalmente penaliza a las víctimas transfiriéndolas). SSB exige responsabilizar a los gerentes por el acoso. Insta a que la Oficina de Derechos Civiles de la ciudad sea independiente del alcalde y el Concejo Municipal, y esté facultada para llevar a cabo investigaciones y promulgar cambios en todo el sistema.
Las mujeres continúan saliendo de las sombras, aliviadas de encontrar un lugar donde sus quejas se tomen en serio.
Avanzando hacia adelante. SSB está presionando públicamente para obtener resultados. Los miembros han asistido a las reuniones del Concejo Municipal, ofreciendo testimonios sobre lugares de trabajo hostiles y misóginos, maltrato de trabajadores mayores, intimidación y más. Como resultado de la presión local y nacional, el Concejo Municipal está considerando modificar los códigos de Seattle que tratan el acoso sexual.
Tia Jones, una trabajadora afroamericana en un empelo de la ciudad, espera ayudar a representar a SSB en un nuevo equipo interdepartamental establecido por la alcaldesa para reescribir las políticas relacionadas con el acoso.
La ciudad ya ha publicado información sobre los $ 4.4 millones que pagó en acuerdos de discriminación en la última década, pero no ha detallado cuántos de estos involucraban abuso sexual ni el número de casos archivados pero no confirmados.
Los lectores pueden ayudar haciendo presión para que se publiquen estos datos y exigiendo una Oficina de Derechos Civiles independiente y fuerte. Escribe a la alcaldesa Jenny Durkan a jenny.durkan@seattle.gov y al pleno del Concejo Municipal a council@seattle.gov. Mantente al tanto de lo que pasa consultando facebook.com/seattlesilencebreakers/.
El artículo de RW de 1990 “Working Women: Sparkplugs of Labor” (Las mujeres trabajadoras: las bujías del movimiento laboral) discute cómo “las disparidades salariales, la segregación laboral, el acoso racial y sexual, el abuso sexual y la deshumanización generalizada” moldean a las trabajadoras para que estén más dispuestas a luchar por el cambio. Los Silenciadores de Seattle son un testimonio de esa verdad.
Ponte en contacto con las Mujeres Radicales de Seattle o con la autora en RWseattle@mindspring.com.