En todo Estados Unidos, intrépidos huelguistas se han enfrentado a sus jefes, afectando a una gama más amplia de industrias que en décadas pasadas. Los empleados están creando sindicatos en lugares de trabajo de bajos salarios donde eso era inimaginable hace solo unos años. Es obvio que muchos empleadores ya no pueden mangonear a sus trabajadores con la habitual impunidad.
Esta rebelión no surgió de la nada. Durante 50 años, los trabajadores estadounidenses han sido golpeados por la austeridad neoliberal y los ataques del gobierno bipartidista en contra del trabajo organizado. Luego, llegó la pandemia de Covid y las escuelas cerraron, los empleos desaparecieron y aquellos considerados “esenciales” se vieron obligados a trabajar presencialmente en condiciones peligrosas para mantener las empresas abiertas y las ganancias continuas.
Algunos renuncian, otros no pueden. Durante la mayor parte de 2021, los empleados que renunciaban dominaban los titulares. Impulsados por la pandemia, algunas personas optaron por jubilarse, mientras que otras querían la oportunidad de cambiar de trabajo. Algunos padres de familia, principalmente madres, se vieron obligados por el cierre de escuelas y guarderías a abandonar sus empleos para cuidar a sus niños. La industria hotelera, el comercio minorista y la atención médica experimentaron un éxodo masivo de puestos que el Covid hizo particularmente peligrosos. En noviembre de 2021, 4,5 millones de trabajadores estadounidenses abandonaron sus trabajos, un récord según la Oficina de Estadísticas Laborales.
Este fenómeno se manifiesta de manera diferente según el género, la raza y el tipo de trabajo. Los trabajadores mal pagados, la mayoría de los cuales son personas de color, mujeres, inmigrantes y jóvenes, no pueden permitirse el lujo de quedarse en casa. Ellos se encuentran en gran medida en la vanguardia de la batalla.
Por ejemplo, industrias como las empacadoras de carne y almacenamiento cuentan principalmente con trabajdores inmigrantes y de color. No existe la sana distancia y, por lo general, no cuentan con seguro médico. En el este del estado de Washington, las trabajadoras inmigrantes agrícolas y del campo se organizaron en su comunidad y en todo el estado y pudieron conseguir equipo de protección personal, sana distancia en el trabajo y licencia por enfermedad.
Un levantamiento de larga efervescencia. La mayoría de las personas de los EE. UU. ha visto caer su nivel de vida desde la década de 1970. Los cambios tecnológicos, la desregulación y el sabotaje de sindicatos han contribuido al empeoramiento general del bienestar material y de las condiciones de trabajo de los trabajadores. Estos problemas se recrudecieron rápidamente a medida que se extendía la pandemia. Por ejemplo, los sindicatos de enfermeras afirman que los hospitales con fines de lucro, que son la mayoría, aumentaron la presión sobre las enfermeras para que atendieran a una cantidad peligrosa de pacientes para mantener los ingresos, incluso cuando sus colegas han renunciado o muerto de Covid.
Pero no todos sufrieron. De hecho, los más ricos del país se hicieron más ricos a medida que se propagaba el coronavirus. La clase de multimillonarios de EE. UU. creció de 614 a 721 en los dieciocho meses entre marzo de 2020 y octubre de 2021, ya que su patrimonio neto casi se duplicó. Su riqueza combinada de cinco billones de dólares es casi el doble de la cantidad que posee el 50% de los hogares estadounidenses.
Mientras tanto, para mantener las ganancias y la producción, los patrones sobrecargaban de trabajo a los que se presentaban a trabajar. La escasez de personal, el exceso de trabajo y las aceleraciones hicieron que los trabajos fueran cada vez más peligrosos, por lo que los trabajadores tomaron medidas. Algunos abandonaron sus trabajos y la escasez de mano de obra resultante obligó a muchos empleadores tradicionales de trabajos de bajos salarios, como las cadenas de comida rápida, a pagar más que el salario mínimo.
Otros trabajadores se unieron para organizarse. La ola de huelgas que barrió a los Estados Unidos en los últimos 15 meses es la más alta desde la década de 1970. Muchos huelguistas son nuevos en el movimiento laboral y, a menudo, luchan por sus vidas.
Acciones de los trabajadores. En el almacén de Amazon de Bessemer, Alabama, los empleados de la fuerza laboral principalmente negra se encuentran inmersos en una campaña de sindicalización. Los organizadores sostienen que seis de sus colegas murieron en el trabajo en el último año y que el gigante minorista lo ha encubierto. En el período previo a las elecciones sindicales fallidas de 2021, la represión sindical de la gerencia fue tan flagrantemente ilegal que la Junta Nacional de Relaciones Laborales ordenó una nueva votación, la cual tendrá lugar a finales de marzo de 2022, al momento de publicar este artículo.
Tanto los servidores de café como los mineros del carbón, tanto empleados de comida rápida como estudiantes de posgrado, maestros como empacadores de alimentos, los trabajadores se han declarado en huelga. Algunos han rechazado múltiples contratos inaceptables, como lo hicieron los Carpinteros del Noroeste antes de verse obligados a aceptar un desventajoso acuerdo por parte de un liderazgo antidemocrático (véase “Las bases se rebelan en la huelga de carpinteros del oeste de Washington”).
Otros organizaron nuevos sindicatos en campos que tradicionalmente no estaban sindicalizados, incluida una campaña nacional cada vez mayor encabezada por baristas de Starbucks. Los sindicatos, particularmente aquellos con miembros en trabajos vulnerables al Covid, han realizado piquetes; han organizado caravanas y mítines de automóviles; y han exigido cuestiones como pago por riesgos, equipo de protección personal y proporciones de personal decentes. Y ha habido victorias.
Una lesión a uno. El alcance de las huelgas, plantones y renuncias de los últimos años muestra que gran parte de la clase trabajadora está en movimiento, pero las huelgas individuales se limitan a lo que un grupo puede ganar por sí mismo. La gente necesita los medios para conectarse y apoyarse entre sí e impulsar la acción comunitaria cuando la gerencia intenta silenciarlos, socavar las negociaciones, disolver huelgas o destruir sindicatos.
En este momento, los trabajadores tienen la inercia a su favor. Este es un momento perfecto para discutir, agitar y organizar una amplia movilización laboral. Para aprovechar al máximo este movimiento, los miembros de sindicatos necesitan el poder y el control para establecer la dirección y tomar decisiones en sus unidades de negociación; en otras palabras, las bases necesitan la democracia sindical.
Aquellos que se encuentran en las trincheras conocen las necesidades de su ocupación, y esa fuerza proviene de la solidaridad.
Los activistas laborales también pueden colaborar individualmente diseñando estrategias que superen los límites de empleadores y sindicatos específicos, en lugar de hacerlo en sólo un lugar de trabajo. Un ejemplo son los Trabajadores Organizados por la Solidaridad Laboral de Seattle. OWLS es un grupo abierto, multirracial y multicultural de activistas laborales en su mayoría de base de diferentes sindicatos, comprometidos con la educación y la acción para lograr el objetivo de fomentar la solidaridad y el espíritu de lucha en el movimiento laboral.
Ahora es el momento de que los consejos laborales centrales formen comités de movilización sólidos que construyan un amplio apoyo laboral y comunitario no solo para fortalecer las luchas por la supervivencia, sino también para expandir la lucha para obtener logros que puedan mejorar la vida de los trabajadores de forma permanente.
La insurgencia obrera actual presenta una oportunidad para construir un movimiento obrero que luche por todos los trabajadores, y que demuestre en la vida real la verdad del viejo lema obrero, “en nuestras manos está el poder”.