Nueva política de Obama hacia Cuba: La amenaza detrás de la apertura

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El miércoles el presidente Obama anunció los cambios más radicales en la política de los Estados Unidos hacia Cuba desde la institución del embargo hace más de 50 años. Calificó las sanciones duras económicas y los intentos de aislar diplomáticamente la nación como fracasos de la política estadounidense.

Este cambio de política es el resultado de meses de negociaciones secretas con el gobierno de Raúl Castro. El acuerdo negociado, animado por el Papa, incluye algunos beneficios inmediatos. En particular, los tres miembros de los Cinco Cubanos aún encarcelados, injustamente condenados por espionaje y metidos en cárceles federales estadounidenses por 16 años, ya se liberaron y han vuelto a Cuba. Su libertad es la inversión muy retardada de una injusticia horrible, expuesta por una campaña coordinada a nivel internacional.

Sin embargo, la justificación supuestamente humanitaria y pro-democracia de Obama para la apertura a Cuba es un asalto actualizado sobre la Revolución cubana. La meta del presidente de “normalizar relaciones diplomáticas” comienza con el desmantelamiento del bloqueo actual y el ejercicio de la potencia bruta, económica y política, respaldado por la intimidación militar. En su lugar viene una estrategia más retorcida con el mismo objetivo: revertir las conquistas de la Revolución Cubana, el primer desafío exitoso de la hegemonía del capitalismo en nuestro hemisferio.

Las recientes “reformas” económicas pro-mercado instituidas por la administración liderada por Raúl Castro, juntas con la persistente denegación de la toma de decisiones democrática a los trabajadores cubanos, han dado lugar a desigualdades crecientes y crean una apertura para que el capitalismo recupere la dominación económica y política. Obama tiene la intención de tomar ventaja de estas reformas para demoler lo que queda del sitiado proyecto socialista de Cuba.

El verdadero impulso para el cambio de estrategia de los Estados Unidos se expresó enfáticamente en el comunicado de prensa de la Casa Blanca que acompaña el discurso de Obama. Lo que se busca por los intereses empresariales estadounidenses se declara sin rodeos: “La expansión buscará potenciar el naciente sector privado de Cuba y hacer más fácil para los ciudadanos cubanos. . . obtener una mayor independencia económica del estado.” Para ser franco, las nuevas políticas tienen la finalidad de destruir lo que queda de las conquistas sociales de la revolución y de abrir la isla a la especulación por parte de las empresas estadounidenses, la privatización a gran escala de los recursos públicos, y la recreación de una clase explotadora dentro de Cuba.

El presidente Obama afirmó la intención de promover “nuestros valores” de la democracia y los derechos humanos, una afirmación que pone una nota particularmente irónica con la reciente exposición del uso por la CIA de la tortura y la violación absoluta de los principios humanitarios. La historia de la intervención de Estados Unidos para “promover la democracia” es una de cinismo e hipocresía en el que la ganancia financiera siempre triunfa sobre la libertad humana. Los EE.UU. ha diseñado el surgimiento de decenas de regímenes opresivos en todo el mundo en nombre de la “democracia.” Sea testigo de las consecuencias de la intervención de Estados Unidos hoy en Irak y Siria.

Hay que terminar el bloqueo de EE.UU. contra Cuba. Es una cuestión de justicia. Pero no debería haber ninguna ilusión de que estos cambios actuales señalan una voluntad de permitir el ejercicio de autodeterminación en Cuba. El punto de vista dominante de las fuerzas gobernantes en los EE.UU. es que pueden mejor sobreponerse a Cuba mediante la inserción de una enorme inversión de dólares y bienes de consumo en la abertura creada por las políticas económicas de Raúl Castro.

Las conquistas sociales de la Revolución Cubana, su compromiso a la igualdad, el pleno empleo, la vivienda, la educación gratuita y el sistema de la salud están en mayor peligro hoy que en cualquier momento de sus 55 años de existencia.

Mientras felicitamos la flexibilización de las tácticas de intimidación abiertamente viciosos del monstruoso EE.UU., los amigos de Cuba en este país deben hablar en contra de las estrategias subrepticias y siniestras de la explotación económica y la manipulación que vienen justo después del pronunciamiento del 17 de diciembre.

Autodeterminación genuina para la isla sólo se puede ganar si las reformas pro-capitalistas iniciadas por el liderazgo de Castro se anulen. Esta es la única manera de aumentar la capacidad de Cuba para resistir la incursión de los intereses capitalistas extranjeros. El pueblo mismo debe luchar y ganar la capacidad de determinar democráticamente su destino.

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