Hace medio siglo, el pueblo cubano encendió una chispa de esperanza para los desposeídos del planeta haciendo la revolución y creando el primer estado obrero en el occidente.
Desde un principio, el Partido de Libertad Socialista (FSP) defendió con vehemencia a Cuba — desafiando el bloqueo de EEUU, dirigiendo las caravanas de ayuda y más. Asimismo, el partido fue franco en sus desacuerdos con el Partido Comunista Cubano (PCC).
A lo largo de muchos años, el FSP criticó al gobierno por la manera en que trataba a las lesbianas y gays, pidió cambios más profundos para las mujeres, expresó su preocupación por el racismo persistente e hizo un llamado a favor de la toma de decisiones por parte de los trabajadores y por el apoyo constante a las rebeliones revolucionarias en otras partes del mundo. En años recientes, el FSP se declaró en contra del endurecimiento de la tendencia a las “reformas” de mercado y a la privatización.
Sin embargo, a diferencia de muchos trotskistas, el FSP no hizo ningún llamado a favor de la revolución política, la cual conlleva necesariamente el reemplazo de los líderes actuales. Siempre y cuando el PCC aún satisficiera, hasta cierto punto, la voluntad popular, y el camino al capitalismo no pareciera irrevocablemente marcado, el FSP creía que sería peligrosamente irresponsable presionar para la creación de un partido alternativo. La derecha está al acecho de una oportunidad como ésa.
Hoy día, no obstante, no cabe duda que el PCC está llevando a Cuba hacia la restauración del capitalismo a la vez que reprime a la oposición aunque sea potencial. Esto se hizo patente para los miembros del FSP en una convención del partido en julio como resultado del informe de visitantes recientes a la isla y de miembros que han estudiado de cerca los eventos de los últimos años. Después de una intensa discusión, los miembros del FSP concluyeron que la única forma posible de salvar la Revolución cubana es crear un nuevo partido dispuesto a luchar por un programa socialista y por el liderazgo del Estado.
Aunque aún es prematuro hacer un llamado por la revolución política, la necesidad apremiante es crear un liderazgo alternativo.
La amenaza del capitalismo. Es inevitable que sea precaria la existencia de un estado anticapitalista en un mundo dominado por el capitalismo. El destino de Cuba se hizo mucho más difícil después del colapso de la URSS. Desesperado por la necesidad de divisas y tecnología — necesarias para evitar hambrunas — el gobierno buscó inversiones extranjeras.
Dos décadas más tarde, el PCC ya no advierte que los métodos de mercado son necesidades peligrosas si no que los promueve. La incursión del capitalismo está mermando los grandes logros en la educación, el cuidado médico, la alfabetización y la vivienda. Son hilos finos de los que penden los cimientos de la economía de un estado de trabajadores: la propiedad nacionalizada, el control del comercio exterior y la planificación central. (Para un análisis completo, véase “Cuba: Imperiled and Defiant — Can the Revolution Survive?”)
La privatización se está incrementando. En julio, el gobierno reveló que un millón de cubanos serán despedidos de empleos estatales y anunció medidas para estimular a las pequeñas empresas. En agosto, relajó el control sobre las ventas privadas por parte de granjeros y ofreció arriendos de 99 años a extranjeros que planean establecer campos de golf y otros desarrollos de lujo. Después, en septiembre, Fidel Castro le informó a un periodista de EEUU que el “modelo cubano” no está funcionando — aparentemente esto expresa su apoyo a las “reformas” recientes.
Las medidas de “libre mercado” del PCC han empeorado profundamente la desigualdad social. Las mujeres y los negros cubanos son los que más han perdido y su situación empeorará severamente si regresa el capitalismo.
Hay que construir un partido revolucionario. Uno de los principales problemas de Cuba es el crecimiento de una burocracia cada vez más rígida. Los trabajadores no controlan la producción ni las políticas estatales. El gobierno ha promovido las discusiones públicas. Pero los críticos de izquierda afirman convincentemente que el propósito real de dichas discusiones es fomentar la cooperación para el apoyo de políticas ya establecidas y tildar de contrarrevolucionarios a aquéllos que no estén de acuerdo con las mismas.
El PCC parece decidido a eliminar cualquier posibilidad de arreglo por parte de sus propios miembros. El año pasado, pospuso indefinidamente su siguiente Congreso, en el cual los críticos de izquierda planeaban presentar políticas económicas alternativas y hacer un llamado a favor de más democracia.
Esta primavera, el académico cubano Esteban Morales escribió que la corrupción generalizada es el mayor peligro para la revolución y exhortó a las bases del PCC a que se movilizaran contra la misma. Declaró que algunos funcionarios están haciendo maniobras financieras para prepararse para el retorno del capitalismo. Como respuesta, el PCC “lo separó” del partido.
En 2008, la científica cubana Celia Hart le dijo a un visitante del FSP que Cuba necesita un partido que abrace el internacionalismo y la inflexible oposición al capitalismo que defendían V.I. Lenin y León Trotsky. Declaró que en el futuro se enfrentaría a dicho reto. Sólo unas semanas después, perdió la vida en un accidente de automóvil.
Desde entonces, se ha agudizado la necesidad de líderes que realicen una campaña organizada a favor del socialismo. La restauración del capitalismo podría ocurrir en un abrir y cerrar de ojos.
Muchos cubanos desean el cambio pero aún no están unidos política ni organizativamente. A pesar de los retos que presenta la burocracia — de hecho, a causa de dichos retos — la única opción para lograr dicha unidad es un partido disciplinado y dedicado.
El tipo de partido al que se refiere el FSP es un partido socialista revolucionario e internacionalista. En el FSP creemos que algunos de los fundamentos de este programa serían:
• Proteger la propiedad pública, revertir la privatización y la invasión del capital extranjero, y reafirmar la planificación central como la única manera de satisfacer las necesidades del pueblo.
• Crear una democracia de los trabajadores genuina que incluya los medios para que los trabajadores controlen la producción y elaboren las políticas sociales.
• Brindar apoyo material y político a las rebeliones revolucionarias a nivel internacional. Al contrario de la noción estalinista de apaciguar al imperialismo, ésta es la mejor manera de proteger la Revolución de Cuba.
¿Podrán los defensores del socialismo en Cuba crear un partido tal? No hay garantías pero es claro que actualmente no existe ningún otro camino para salvar a la revolución, y es posible que la camaradería extranjera anime y apoye a los izquierdistas cubanos en esta esencial tarea.
Durante mucho tiempo, el movimiento de solidaridad ha visto como traición cualquier crítica al PCC — pero la verdadera traición es ocultar la realidad. Sólo un partido que aún crea honestamente en el socialismo le puede proporcionar a Cuba la fuerza para resistir hasta el momento del colapso del imperialismo en su propia patria. La obligación de los amigos de Cuba no es seguir con “mi partido, sea bueno o malo”, sino apoyar una ruptura con el pasado que haga posible el futuro de liberación por el cual muchos cubanos han vivido, luchado y muerto.
¡Viva la Revolución cubana!