Este 31 de mayo el mundo fue testigo de un acontecimiento histórico: los fuegos de la rebelión de masas estallaron a un par de centenares de metros de la Casa Blanca.
Donald Trump, el jefe político del estado imperialista más poderoso que somete económica y militarmente la Tierra, debió ser escoltado al bunker debajo de la casa de gobierno, ante el temor de que las masas enardecidas de negros, latinos y blancos pobres estadounidenses ajustaran cuentas con su presidente.
Miles de jóvenes negros de la clase trabajadora son los que ganaron las calles para acaudillar protestas masivas de trabajadores de todas las razas y desempleados por la pandemia cuyo sueño americano se ha tornado en pesadilla, por la miseria creciente, la pérdida de la vivienda, la falta de trabajo, la súper explotación de los trabajos precarios, y la ausencia de programas sanitarios accesibles. Jóvenes valiente – ciudadanos e inmigrantes – enfrentaron cara a cara a brutales y asesinos uniformados, para vengar la muerte de George Floyd gritando, ¡Basta ya de asesinatos policiales!
En una declaración del 30 de mayo, el Concejo Nacional de Camaradas de Color del
Freedom Socialist Party y Radical Women – ambas organizaciones estadounidenses- sostienen que “La policía siempre ha estado al servicio del capitalismo y la supremacía blanca, desde sus orígenes en las patrullas de esclavos del sur. Desde entonces, el poder corrosivo de la supremacía blanca se ha utilizado para engañar a los blancos de la clase trabajadora para que piensen que sus intereses recaen en los blancos ricos en lugar de sus propios hermanos y hermanas de color de clase.”
Sin embargo, la monumental crisis que los capitalistas provocaron en la economía mundial, y que descarga sus más violentos y terribles golpes sobre los más humildes y desposeídos; divide aguas entre ricos y pobres, explotadores y explotados, opresores y oprimidos.
Los intereses de la clase obrera en los Estados Unidos se alzan sobre las barreras raciales que la burguesía estadounidense construyó desde la fundación de la nación para dividir a los pobres blancos de los pobres negros.
Son conmovedoras las muestras de solidaridad en todo el mundo, haciendo evidente que la clase obrera es una sola y es internacional. Que ningún muro impida sentir dolor por la muerte del joven negro George Floyd, como tampoco solidaridad con los oprimidos y explotados en los Estados Unidos. El mismo estado que exprime al resto de las naciones, se ha encargado de apalear y estrangular a su propio pueblo.
Ya es tiempo de que los y las trabajadoras de todo el mundo, hermanados en el sufrimiento y el dolor, nos alcemos contra el capitalismo que destruye y mata, y pongamos fin a toda opresión construyendo un mundo socialista
¡Proletarios del mundo, unámonos!
Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR)
Partido Socialismo y Libertad – Argentina
Partido Obrero Socialista – México
Freedom Socialist Party – Estados Unidos y Australia
Para contactar al CRIR, envíe un correo electrónico a: cririnter@gmail.com